Del Caño: “Defendemos las conquistas de la revolución cubana, pero no a su régimen político” - Piedra OnLine

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martes, 6 de octubre de 2015

Del Caño: “Defendemos las conquistas de la revolución cubana, pero no a su régimen político”

Durante el debate presidencial el candidato por el Frente de Izquierda Nicolás del Caño mencionó los avances de Cuba en materia de educación.

Foto: Rodrigo Wilson - Enfoque Rojo
En el Debate Presidencial, cuando se trataba el tema Infancia y educación, Nicolás del Caño tomó el ejemplo cubano y planteó que “defendemos las conquistas de la revolución cubana pero no a su régimen político”.

Para los miles que simpatizan con la revolución de 1959 esta definición puede resultar polémica porque diferencia el proceso de expropiación de la burguesía y las conquistas que conlleva, de la dirección política del proceso cubano.

Los trotskistas defendemos las conquistas de la revolución socialista cubana y desde sus comienzos militamos con nuestras fuerzas por poner fin el bloqueo a Cuba, defenderla de toda de agresión y por la expulsión de la base imperialista de Guantánamo, que amenaza en su propio territorio a la revolución.

Defendemos las conquistas de la revolución cubana porque mediante la expropiación de la burguesía y los terratenientes, y la ruptura con el imperialismo, Cuba puso en pie un Estado Obrero y logro su independencia nacional, terminó con el hambre, la mortalidad infantil y el analfabetismo. Dio techo, comida, trabajo, educación y salud al conjunto del pueblo obrero y campesino. Y estas conquistas son las que nosotros defendemos.

Sin embargo, este Estado Obrero nació deformado porque no significó el poder de las organizaciones auto-determinadas de obreros y campesinos, sino que permitió la formación de una burocracia dirigente que, con el tiempo, ahogó la libertad de acción de las tendencias revolucionarias y la libre iniciativa de las masas, instaurando la dictadura burocrática de un partido único.

Para entender esta anomalía entre el proceso revolucionario y la dirección hay que comprender las condiciones particulares del proceso cubano.

La dirección de la revolución de 1959, el Movimiento 26 de Julio, al cual pertenecían los guerrilleros de la Sierra Maestra encabezados por Fidel Castro y el Che Guevara, no tenía por objetivo el socialismo, sino derrocar a Fulgencio Batista e instaurar un régimen progresista de democracia burguesa.

La destrucción del ejercito de Batista dejo en ruinas al Estado burgués cubano y a la merced de las milicias del Ejercito Rebelde y del armamento general de obreros y campesinos. Esa circunstancia excepcional y las provocaciones del imperialismo yanqui ante las primeras medidas progresistas del nuevo gobierno cubano, llevaron a radicalizar el proceso revolucionario y a la dirección del M26 a romper con su etapa inicial de colaboración con la burguesía antibatistiana (es expulsado el presidente interino Manuel Urrutia en julio de 1959) y a expropiar a las empresas imperialistas. Luego de la derrota del intento de invasión en Bahia Cochinos, Fidel Castro declaró el 16 de abril de 1961, que en Cuba se estaba realizando una revolución socialista.

El proceso cubano fue, como honestamente señalaba el Che Guevara, una “revolución de contragolpe” y de ninguna manera una estrategia de la dirección del M26. Fidel Castro, pese a la oposición parcial de Guevara, se recostó cada más sobre la alianza con la Unión Soviética que impuso encorsetar la revolución dentro de las costas cubanas y avanzó en un proceso de stalinización que, como reconocen prestigiosos intelectuales cubanos que pertenecieron a las filas del PCC como Leonardo Padura, ahogó la vida política e intelectual cubana.

Con los años se consolidó una burocracia que es hoy el sector privilegiado de la sociedad cubana que encabeza el proceso de restauración del capitalismo, desmontando las conquistas de la revolución de 1959.

Por eso los trotskistas consideramos que para defender las conquistas de la revolución es necesario delimitarse de su régimen político y luchar por imponer el poder y la democracia de los consejos de obreros campesinos y soldados.