El turbulento mundo de las pegatinas políticas en Neuquén - Piedra OnLine

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lunes, 6 de abril de 2015

El turbulento mundo de las pegatinas políticas en Neuquén

NEUQUÉN (AN)- Las elecciones para el sillón más importante de la provincia de Neuquén están a la vuelta de la esquina (26 de abril), y las maquinarias electorales trabajan a contrarreloj. Lo hacen empleados del Estado y afiliados, a la vieja usanza. Pero en épocas electorales ingresan en escena otros actores, menos conocidos pero igual de importantes para publicitar e imponer candidatos: empresas que operan en la vía pública con la cartelería y cuadrillas de muchachos jóvenes y osados, muchos con antecedentes y dispuestos al apriete a cambio de unos 700 pesos la noche. Son los que venden sus servicios a los partidos políticos.

No es una novedad que los millones de pesos que se mueven antes y durante procesos eleccionarios servirían para levantar casas, construir hospitales y escuelas, solucionar vidas. Es dinero que se ve en los postes de luz, los paredones, la calle en general. Con apellidos conocidos y consignas que invitan a un futuro mejor. Y que una vez que las urnas hablan, se transforma en basura. La "torta" publicitaria se divide en tajadas variables. Las empresas que trabajan en la vía pública cuentan con licencia comercial, pagan sueldos, tributan. Sus dueños visten caro y tienen la sonrisa amplia. Y hay maquinarias que operan en el submundo de la noche (y lo bajo de la política). Ellas, de alguna forma, también se profesionalizaron, aunque trabajan en negro y utilizan malas artes. Es ahí donde gobierna (o intenta hacerlo) quien cuenta con gente más peligrosa y dispuesta a todo.

La detención de Diego "Bombo" Oyarzo pegando carteles del MPN, mientras la policía lo buscaba por el asesinato del puntero del MPN José Orlando Pereira en el barrio Confluencia, confirmó que en este "juego" no sólo domina el más inteligente y con mejores aptitudes dentro del mercado. La militancia y las ideologías existen pero no imperan en las calles, menos cuando se acercan los comicios. La mayoría se ofrece al mejor postor. Y, en general, el mejor postor es el MPN.

Hay tres vías para la publicidad partidaria callejera: la militancia, en franco descenso; la campaña comercial, donde operan unas cinco firmas en Neuquén capital; y la marginal, que manda por la fuerza, crece en violencia y es monopolizada por cuatro grupos violentos. "Actualmente, para el MPN trabajan unas diez cuadrillas de seis personas por cada una, más una camioneta de apoyo que siempre viaja por si se generan problemas", jura un verborrágico sindicalista de la CGT, que apuntala la campaña Ramón Rioseco gobernador y que dice haber visto "todo".

Los problemas son habituales en los barrios más castigados y marginales. Y problema significa que cuando un grupo pega afiches en una calle, llega otro, pega arriba el cartel de "su" candidato, pelean, en casos extremos se disparan. Son tres meses intensos los previos a comicios de los denominados grandes, como los que se vienen a gobernador de Neuquén el 26 de abril. Todos juegan sus "cartas" y buscan alianzas.

¿Por qué es tan importante la publicidad partidaria en la vía pública? "Junto a los aparatos tecnológicos, la vía pública es un medio que creció y se revalorizó porque no necesitás pagar nada para consumir el producto", explica uno de los empresarios capitalinos a los que mejor les va. Según relata, su historia en el negocio comenzó en lo que hoy padece: "la marginalidad".

Es que de alguna forma estrechó relación con un grupo de "operadores/matones rosarinos" que primero le requirieron servicios, luego le mostraron los recovecos del negocio y más tarde se quisieron quedar con sus clientes, aprietes mediante. Recuerda que lo contactó un hombre sumergido en un camperón del Milan que se presentó como "representante de jugadores" de fútbol. En pleno ocaso de la época menemista, con Felipe Sapag de gobernador, escuchó de ese empresario santafesino la regla número 1. "Me dijo: 'rodeate de la peor gente para trabajar, porque si no están de tu lado, van a estar enfrente'". Obedeció: "mis primeros tres empleados fueron delincuentes, literalmente. Me costó mucho salir de esa".

No lograron correrlo del medio, y hoy comercializa 650 de los mil y pico de carteles fijos de medida denominada "séxtuple" que hay en la capital. Son los que miden 2,16 metros por 4,26, y que a los candidatos les cuesta 1.000 pesos cada uno por quincena, 200 pesos más que a cualquiera que decida publicar allí (una banda de rock, un shopping, quien sea). ¿Por qué les cobra más a los políticos? "Justamente por la campaña sucia, porque yo pongo el afiche de un candidato ahí y vienen atrás y me pegan el de otro. Y así tengo que reemplazarlo durante dos semanas. Y los costos suben. Todo el mundo piensa que en las elecciones nos hacemos millonarios, pero en realidad es como ir al hipódromo: nunca sabés cómo saldrá tu caballo", se queja.

De todas formas, a él no le va mal. Es cierto, arriesga más que muchos. Invierte en maquinarias y tiene doce empleados en blanco. Con tres camionetas, monitorea que los carteles que son de su "propiedad" mantengan la publicidad que pagó cada candidato. Hoy trabaja para Omar Gutiérrez, Horacio Quiroga, Ramón Rioseco, Jesús Escobar y el Partido Obrero. El intendente capitalino es su mejor cliente en la actualidad porque no ha logrado hacer pie en el mercado "marginal". Tampoco en los barrios más populosos, ahí donde manda el MPN (ver aparte).

"La matriz de nuestro negocio cambió cuando tuvimos que dejar la noche para la gente peligrosa, y decidimos salir a arreglar por la mañana lo que ellos destrozaban", dice resignado la misma fuente. ¿Sigue siendo un buen negocio el acto eleccionario? Claro, primero porque a los candidatos les cobran por pegar un afiche el 20 por ciento más que a cada mortal pero, además, abonan por adelantado y buena parte se hace en negro ("sin la carga impositiva del 35%", dice el empresario).

Es casi imposible acceder a lo que gastará un partido político en épocas como las que corren en Neuquén. Menos de uno que tiene aspiraciones a gobernar. Ahora, hay datos que sugieren. Un candidato de una fuerza que sólo es colectora contó que gasta en un puñado de carteles unos 30 mil pesos mensuales. Y que los 30 días de un cartel rutero le sale 10 mil pesos al candidato agraciado, más unos 3 mil de mantenimiento. "Mi mejor cliente paga 250 mil pesos cada 15 días por 250 carteles séxtuples", explica otro empresario.



Ahí, en las penumbras



Obvio, de noche la ganancia es plena. Varias fuentes de diverso color político y sectores consultó este medio. Todos hablan pero nadie ofrece su identidad. Cada uno defiende su "bando" y negocio, pero hay nombres que se repiten. De punteros, empresarios, firmas que aportan a las campañas para beneficiarse a futuro y políticos que manejan sumas enormes de dinero y trascienden épocas.

"La violencia es grande porque el negocio es grande", reconoce un puntero del barrio Confluencia. No dice a quién responde pero -igual que aquel sindicalista- confirma que en el submundo de la pegatina son cuatro los grupos que dominan la escena en los barrios. Habla de uno que recibe órdenes de un exportero de un cabaret, conocido y temido en los partidos políticos; de otra que supo conformar un excandidato a intendente que desde hace años mueve las piezas desde la periferia; de otros dos gestados por segmentos residuales de diferentes partidos. Cada uno opera en su sector y corre a la fuerza a los "invasores". No militan. Pelean por paredones, postes y cordones para el candidato "que mejor paga. Y, en general, ese es el MPN. Es el que tiene la caja, el que maneja mucho dinero", dice un funcionario del FpV.

-¿Ustedes no usan a esos grupos?, le consultó "Río Negro" al mismo funcionario.

-No. Creemos en la militancia. En general, esos grupos corren a nuestros militantes cuando están pegando. Tenemos muchos problemas con ellos, y la violencia se va a acrecentar a medida que se acerque el 26 de abril. Además, la policía les libera la zona, no se mete...

A su lado, el sindicalista sonríe. Luego, solos en la mesa, confesará: "la realidad es que con el dinero que maneja el MPN para las elecciones, todos los partidos harían lo mismo. Esto es folclore, es una contienda electoral. Igual, no deja de ser preocupante". Calla. Y vuelve a la verborragia. Cuenta que alguna vez desde el gobierno nacional mandaron dos colectivos con muchachotes de Lanús para "marcar el terreno". Que la reunión con los "capangas" locales duró un rato. Hubo paz por un tiempo. Pero duró poco.





Sebastián Busader

sbusader@rionegro.com.ar