Fernando Lizarraga: "Jorge Sapag es al MPN buenos modales" - Piedra OnLine

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lunes, 18 de agosto de 2014

Fernando Lizarraga: "Jorge Sapag es al MPN buenos modales"

Carlos Torrengo
Entrevista: Fernando Lizarraga, historiador y ensayista

-¿CĆ³mo germinĆ³ investigar el discurso del MPN en materia social?

-Por gravitaciĆ³n de lo que es como estructura de poder a lo largo de medio siglo. Guste o no, en tĆ©rminos de polĆ­tica NeuquĆ©n es sinĆ³nimo de MPN... o sapagismo. Uno puede opinar de mil maneras sobre el MPN y lo que yo llamo su imperturbable Ć©xito en las urnas. Se puede hablar de sus estilos, sus cinismos, su clientelismo... de que ha construido y reproducido poder conciliando con plasticidad sus relaciones con todo el poder nacional y que durante procesos de facto el MPN fue una cantera de funcionarios para esos regĆ­menes. TambiĆ©n se puede reflexionar sobre si la ausencia de alternancia en el poder daƱa el sistema polĆ­tico neuquino. Se puede teorizar si es neoperonismo y si hoy, de la mano de Jorge Sapag, ha devenido en neosapagismo. Y, por supuesto, se lo puede mirar desde los inmensos problemas que tiene la provincia. Pero como, y asĆ­ lo digo en mi trabajo, difĆ­cilmente pueda perpetuarse por tantos aƱos un poder que sea percibido como injusto, hay razones para explorar su discurso a travĆ©s del tiempo.

-El ensayo muestra una cara quizĆ” muy esfumada del MPN: manejo de ideas en un plano no ajeno a tramados teĆ³ricos cuando la cara que expresa a lo largo de los aƱos es mĆ”s la de prĆ”ctica y prĆ”ctica de poder. ¿El MPN nace con usinas de ideas que sustenten su vocaciĆ³n de poder, mĆ”s allĆ” de lograrlo y mantenerlo?

-SĆ­, hay vocaciĆ³n en el inicio mismo de darle contenido, identidad en el campo de las ideas. No me parece que podamos hablar de grupos de intelectuales o de una cultura exquisita de pensamiento. Pero, con independencia de la tarea de gobierno respecto de esos derroteros -porque, en todo caso, el ejercicio del poder siempre tuvo un acentuado personalismo-, la Carta OrgĆ”nica con que partiĆ³ el MPN a su aventura de construir poder como distintas plataformas electorales muestra interĆ©s por respaldarse en cuerpos teĆ³ricos, darse un sentido.

-Por su raigambre peronista al menos en sus tiempos fundacionales, la idea de justicia social, ¿quĆ© espacio tuvo en aquellos momentos?

-Fue su centralidad. Maneja su pensamiento asociado a lo epocal: el Estado benefactor surgido, que tambiĆ©n se conoce como constitucionalismo social. En ese marco, los redactores de la Carta OrgĆ”nica le imprimieron ideas interesantes, algunas de las cuales -como demuestro en el libro- se fueron diluyendo. Hablaban con mucho Ć©nfasis del vĆ­nculo existente entre el concepto de justicia social y el papel del Estado en ese campo. Esto lentamente se fue esfumando para dar paso en el altar a otra nociĆ³n: la eficiencia de mercado, especialmente a partir de los 90. Este recorrido es muy ligero, pero vĆ”lido.

-La idea de justicia social generalmente ha abrevado en el utilitarismo, al menos en la posguerra….

-Una sociedad es justa cuando el mayor nĆŗmero de esa sociedad es feliz. Desde ahĆ­ avanzĆ³ el MPN. Eran ideas abonadas -hablo en el plano del pensamiento a escala mundial- por Bentham y Mills, entre otros.

-Pero una idea deficitaria en cuanto a definiciones de contenidos, de conceptos...

-Bueno, uno de esos dĆ©ficits es quĆ© se entiende por felicidad. Es un problema teĆ³rico que -para el caso- tiene el documento fundacional del MPN.

-¿No sabĆ­an de quĆ© estaban hablando?

-Uno puede inferir que hablaban de bienestar. Porque hablamos de la Ć©poca del welfarismo, claro. PodrĆ­amos hablar de la satisfacciĆ³n de deseos racionales.

-Pero, en tĆ©rminos de propuesta de hacer feliz a una sociedad, ¿no media el tema distribuciĆ³n? En otros tĆ©rminos, para que alguien muy necesitado sea feliz se necesita poco; para una persona rica, mĆ”s.

-En su etapa fundacional, el MPN no hace distinciĆ³n de las implicancias de lo que propone: felicidad para todos. Todos podĆ­an firmar: "Seamos felices". Pero cuando se trata de determinar con quĆ© recursos ser felices, en polĆ­tica, la cuestiĆ³n se complica. Es el tiempo en que el MPN coloca el Estado "como la mĆ”s alta actividad" para lograr la justicia social.

-¿En nada aparece el mercado, lo que define el mercado en esta materia?

-En nada. ReciĆ©n con Sobisch emerge la figura de Estado incentivador, Estado promotor, y en un momento Estado mĆ­nimo. El Estado no tiene que ocuparse de ninguna cuestiĆ³n econĆ³mica -que hace a lo social- porque se supone que la regulaciĆ³n del mercado otorga soluciones. Es a partir de ahĆ­ que nace en el MPN toda una corriente que equipara la nociĆ³n de mercado con la de justicia social. Muda desde el poder, sin cambiar una letra de la Carta OrgĆ”nica del MPN, la visiĆ³n sobre la justicia social. Y muda ahora, con Jorge Sapag en el poder.

-La imagen que destila su ensayo en relaciĆ³n con Jorge Sapag y los tĆ©rminos en que ejerce el poder y piensa el MPN siembra la idea de que no tiene la rusticidad en estilos y miradas de otros hombres que fueron mĆ”ximo poder en este oso llamado MPN. ¿Existe esa diferencia?

-Gobierna con mayor sofisticaciĆ³n... sĆ­, sĆ­, menor rusticidad. Es a la historia del MPN buenos modales. Y en lo que al tema de mi investigaciĆ³n se refiere, Ć©l incorpora miradas interesantes. En los documentos del MPN en que Ć©l interviene, en sus discursos, se recupera la nociĆ³n de equidad. Figuraba en los documentos fundacionales del partido, pero en los 90 habĆ­a quedado algo marginada. Y lo hace con algunas precisiones teĆ³ricas interesantes. Habla de la distribuciĆ³n justa si es equitativa, como tambiĆ©n le imprime fuerza al diagnĆ³stico de "necesidades insatisfechas". No es un idioma nuevo en el MPN, pero Ć©l lo coloca en primer rango en su horizonte discursivo.

-Pero quien sigue sus discursos, declaraciones, detecta que pone mucho Ć©nfasis en el principio de subsidiaridad del Estado. Machaca, en todo caso…

-Sucede que es un principio nuevo en el ideario del MPN...

-¿Machaca compelido por reales o potenciales tendencias que percibe como negativas para el ejercicio del poder?

-Por necesidad de definir roles de cara a un NeuquƩn que, que...

-¿Que quĆ©?

-¡Es protagonista! Vamos a dejar algo claro, si es que estamos a tiempo. Yo no analizo Ć©xitos o derrotas del MPN como poder. Trabajo su discurso en un tema puntual. No mĆ”s. Lo que hace Jorge Sapag es encuadrar el rol del Estado vĆ­a un principio que sĆ­ es novedoso en el ideario del MPN: la subsidiaridad. El Estado como subsidiario de lo que quiera hacer la actividad privada, la sociedad civil. El Estado como garantĆ­a en tĆ©rminos de apoyo, de promociĆ³n para lo que germine en esos planos.

-En su ensayo usted seƱala que la idea de subsidiaridad no marcha a contramano de la idea de Estado "mĆ­nimo" con que se manejĆ³ Sobisch, se complementan. Pero ¿"mĆ­nimo" no es un tĆ©rmino excluyente en tĆ©rminos de rol del Estado en comparaciĆ³n con subsidiaridad?

-MĆ­nimo es -y asĆ­ lo escribĆ­ -maquillaje para poner distancia de... aquĆ­ sĆ­ podemos volver a la rusticidad con que se manejaba Sobisch en cuanto a ideas. Jorge Sapag tiene mĆ”s... no sĆ©... urbanidad. No habla bajo tensiĆ³n, bajo exigencia permanente de expresar mando, poder. Tiene otros modales en relaciĆ³n con Sobisch. Pero no hay fractura entre "mĆ­nimo" y "subsidiario". Hay continuidad. A NeuquĆ©n no se lo puede reflexionar sin el Estado ahĆ­, al alcance de la mano. Lo de Sobisch era, en todo caso, mĆ”s crudo; lo de Jorge Sapag, mĆ”s suavizante.

-Partiendo de que en historia las comparaciones se anulan a sĆ­ mismas, forcemos una comparaciĆ³n. En la intensa historia del MPN como poder en el gobierno, ¿Jorge Sapag en el gobierno serĆ­a lo de Alvear como presidente entre los agitados perĆ­odos de Yrigoyen, tiempo sereno, mando sereno?

-¡No, no! NeuquĆ©n tiene muchos problemas, fundamentalmente en el campo social. No me parece que aliente descanso a ningĆŗn gobernador. ¡No, no! Lo que sĆ­ tiene a su favor Jorge Sapag, y esto estĆ” en mi trabajo, es gobernar en una instancia interesante de la vida interna del MPN. Hay convivencia entre las lĆ­neas internas. No es poco.

-Pero el minuƩ sigue siendo el mismo.

-O mƔs o menos...

Ayer nomƔs



El ensayo de Fernando Lizarraga se inscribe en la profundizaciĆ³n de una cultura de la investigaciĆ³n histĆ³rica: hacerse cargo de explorar lo que aĆŗn palpita con intensidad. No los "ayeres" remotos, sino "ayeres" que hacen a generaciones vigentes.

Desde hace ya dos dĆ©cadas, en RĆ­o Negro y NeuquĆ©n despliegan su labor investigativa grupos de acadĆ©micos universitarios forjados en esta lĆ­nea. EspĆ­ritus inquietos mĆ”s allĆ” de lo opinables que puedan resultar sus trabajos. Inquietud que descubre vetas inexploradas para interpretar mucho de nuestros "ayeres" regionales. Ɖse es el caso del ensayo de Fernando Lizarraga, que ocupa esta pĆ”gina. Hasta hoy, el mastodĆ³nico MPN no habĆ­a sido reflexionado desde la idea de su pensamiento sobre la justicia social. Y la dialĆ©ctica de este pensamiento en la historia de la fuerza. QuizĆ” no haya existido falta de interĆ©s por escrudriƱar el tema. Pero si esta investigaciĆ³n es novedosa, quizĆ” no lo sea por Ć©l tema en sĆ­ sino por el enfoque con que se encara. Y sabemos que el enfoque suele dar forma al tema. Lizarraga seƱala:

-Cuando el MPN organiza ideas para su Carta OrgĆ”nica liminar, no abundaban las teorĆ­as sobre justicia social que hoy tenemos a disposiciĆ³n. MĆ”s, en esos comienzos de los 60, la teorĆ­a polĆ­tica y la filosofĆ­a polĆ­tica habĆ­an sido declaradas muertas, saberes irrelevantes, por parte de los defensores de la ciencia polĆ­tica "dura", dominada por algunas ramas y mĆ©todos de la ciencia econĆ³mica. Pero en unos aƱos, con los aportes teĆ³ricos que, entre otros, hizo John Rawls, asistimos a una renovaciĆ³n del debate sobre una pregunta tan simple como fundamental y fundacional, si se quiere: ¿quĆ© es una sociedad justa? ¿CuĆ”les son los criterios o principios sobre los cuales puede erigirse una sociedad justa?

(Fernando Lizarraga es egresado en Historia por la Universidad Nacional del Litoral, magƭster en Filosofƭa Polƭtica por la Universidad de York -Gran BretaƱa- y doctor en Ciencias Polƭticas por la UBA; investigador del Conicet y en el Cehepyc y profesor de Teorƭa Polƭtica en la carrera de Derecho de la UNC)





Carlos Torrengo

carlostorrengo@hotmail.com